Túnel de la Línea, un sueño cumplido


Juan Carlos Villa Bedoya, nació hace 39 años en Calarcá, Quindío, y aunque sus padres son nativos del departamento de Tolima, decidieron asentarse en los verdes campos quindianos, en donde creció al lado de sus dos hermanos. 

 

Durante años desempeñó diferentes oficios desde perforación e instrumentación hasta que el 4 de septiembre de 2008 le dieron un encargo que lo llena: auxiliar ambiental, manejando la planta del Sistema de Tratamiento de Agua Residual Industrial (STARI), que filtra las aguas industriales para que no contaminen las fuentes hídricas. 

 

Mientras camina, mira hacia la planta –esa en la que labora desde las 5 de la mañana hasta las 6 de la tarde–, y recuerda que “cuando nosotros iniciamos el túnel principal pensabamos, ¿cuándo vamos a ver la luz al final del túnel?”. 

 

Cuenta que al tiempo que iniciaba su vida laboral en el proyecto conoció al amor de su vida: Lida Lucero Zúñiga, con quien tiene tres hijos: Lizeth, Nicoll Valeria y Juan Felipe, quienes se sienten orgullosos de la labor que desempeña su padre en el proyecto más importante de Colombia.

 

Para Juan Carlos su trabajo en el túnel ha sido la piedra angular en su vida. Mientras continua sus labores en la planta de la obra, con una sonrisa y los ojos brillantes, dice que “se siente afortunado de poder mostrarle al país y a mi familia que las cosas se hacen con verraquera y que sí se puede, porque gracias al trabajo en esta obra pude sacar adelante a mi familia”.  

 

“Gracias a Dios tenemos profesión y gracias a Dios nos dieron oportunidades de aprender algo más”, resalta este calarqueño. 

 

Desde su puesto ha apoyado la siembra de más de 70.000 árboles y, con gran orgullo, cuenta que formó parte del equipo de recuperación del 100% de la quebrada La Gata, la cual surte del líquido al municipio de Calarcá. 

 

Juan Carlos, que es un hombre de baja estatura, delgado, con las marcas del trabajo en sus manos, cada vez que se expresa deja ver su gran corazón y un gran sentido de pertenencia por el túnel más largo de Colombia y de América Latina. 

 

Este calarqueño no olvida una de las anécdotas que marcó su vida. Hace algunos años, junto a su familia, sufrió un lamentable episodio, pues perdió su vivienda a causa de un incendio; y aunque, todas sus cosas materiales las consumió el fuego, le da gracias a Dios por la solidaridad de sus compañeros que lo apoyaron y ayudaron en ese difícil momento.

 

“Con todos mis compañeros y los jefes pude construir nuevamente mi hogar. Ahorita está en obra negra, pero ahí vamos, gracias a Dios”, dice y agrega que todos se encargaron de la manutención de los cinco integrantes de la familia Villa Zúñiga. 

 

“Gracias a Dios y a mis compañeros, como lo he dicho en todas partes. Ya aquí es como un segundo hogar. Tenemos un segundo hogar, porque permanecemos más acá que con nuestras familias”, afirma. 

 

Juan Carlos soñaba con ver funcionar el proyecto Cruce Cordillera Central, especialmente, el túnel principal, del cual muy pocos colombianos tenían la esperanza de ver en operación, el Túnel de La Línea, se convierte en un símbolo de esperanza y de la resiliencia colombiana. 

 

Sueño cumplido

 

Este colombiano recuerda con felicidad el 4 de mayo de 2015, día en que finalmente se terminó la excavación del Túnel de La Línea. 

 

“Fue una gran alegría, porque después de tantos años, de hacer tantos cales y pasar galerías, cuando llegamos a la última galería, pasamos a ver una barrera y empezamos a escuchar a los compañeros. Fue una alegría porque por fin hicimos el cale, por fin hicimos esa perforación”, lo recuerda con una amplia sonrisa. 

 

Dice que “el Gobierno del señor Duque ha sido excelente porque ha sacado adelante la obra. Como podemos ver, se cumplió y es un hecho el Túnel de la Línea”, una obra que, a pesar de la dificultad geográfica, el tiempo, e incluso una pandemia, entra en funcionamiento para todo un país. 

 

Este proceso de aprendizaje, en el que, además, de ver materializado el sueño de los colombianos, lo ha llevado a buscar nuevos retos, y un nuevo sueño: convertirse en profesional ambiental.

 

Aseguró que “me gusta mirar y ver cómo hacen las cosas, me gusta ascender. Yo quiero salir de ayudante. No quiere decir que yo vaya a discriminar el cargo de ayudante. Ser ayudante en una obra, es muy necesario”. 

 

“Me siento orgulloso de haber participado y de haber aportado mi granito de arena en esta obra tan importante para el país”, concluye y se retira, siempre, sonriendo. 

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